"Introducción al arte del bonsái" por Dña. Rosa Zumárraga

03/11/2000

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La primera conferencia celebrada dentro del programa de actividades desarrolladas entorno a la exposición fue impartida por Rosa Zumárraga

Habló con claridad cumpliendo plenamente su objetivo introductorio a este arte y demostró, una vez más, no sólo sus enormes conocimientos relacionados con el mundo del bonsái, sino también esa capacidad innata de comunicar y ganarse a la gente de forma instantánea.

Impartió la charla de forma práctica, así que a la vez que iba presentando los distintos aspectos relacionados con la creación de un bonsái, los ilustraba trabajando sobre un plantón de un Juniperus "rastrero" que traía a tal efecto.

Empezó analizando las raíces y el tronco del árbol, para decidir cual sería su frente, donde se encontraba el mejor nebari (raíz exterior) posible, así como el estilo más coherente con el plantón en cuestión que, por cierto, aparentemente era de lo más inapropiado para hacer un bonsái con él.

Después Rosa nos contó lo importante que es buscar unas proporciones equilibradas de las ramas entre sí, así como de las ramas con el tronco.

Antes de empezar nos mostró la maceta de entrenamiento que iba a utilizar. Se caracterizaba por dos cosas: Primero porque su tamaño era un poco superior al apropiado para el bonsái que iba a hacer (la altura de la macea deber coincidir con el diámetro del tronco) y, segundo, porque tenía, además del orificio de drenaje, una serie de pequeños orificios que servirán como sujeción para el posterior alambrado.

El hecho de utilizar una maceta de entrenamiento se justificaba porque el árbolito utilizado era aún muy joven y era necesario facilitarle su posterior crecimiento.

Lo primero que hizo Rosa fue eliminar las ramas claramente superfluas. Nos dijo que sólo debemos dejar las ramas necesarias en función del diseño que queramos dar al bonsái y, en todo caso, sólo debemos dejar las ramas que el cepellón del futuro bonsái sea capaz de alimentar.

Como principio general puede utilizarse una distribución radial de las ramas, pero asegurando que todas ellas quedan a distintas alturas, así ,las ramas básicas de un bonsái cualquiera, citadas de abajo a arriba en cuanto a su situación en el tronco, son las siguientes:

Una primera rama, que estará ubicada a un altura aproximada de 1/3 de la altura final del árbol (desde el suelo) y que podrá situarse a cualquier de los lados del tronco.



Una segunda rama trasera, que se utilizará para dar profundidad al bonsái, asegurando que el espectador apreciará la tercera dimensión respecto del plano desde el que observa al árbol.

Una tercera rama, situada "al otro lado" respecto de la rama principal, y cuyo objetivo es aportar equilibrio a la estructura del árbol.

Una cuarta rama que debe dirigirse hacia delante y tiene que estar situada muy alta para evitar que "agreda" al espectador.

Una quinta y última rama, a la que también podemos considerar como parte del tronco, y que formara el ápice del bonsái.

Rosa nos comenta que estas son lo que podríamos llamar la cinco ramas básicas de todo bonsái aunque, ¡por supuesto!, no todo bonsái debe diseñarse utilizando exclusivamente estas cinco ramas. Por ejemplo, en principio, cuantas más ramas traseras consigamos en un bonsái mejor será el diseño, así que no debemos limitarnos a dejar siempre sólo una rama en al parte de atrás del árbol.

En cuanto a la distancia entre ramas, debemos hacer que esta sea inferior a medida que subimos por el tronco hacia a su ápice.

Según va haciendo la poda, Rosa continúa hablando, y nos dice que en casi todos los casos es preferible no cortar las ramas justo al lado del tronco, para que, si posteriormente lo consideramos oportuno, podamos utilizar el resto sobrante para hacer un jin (madera muerta).

La poda debe hacerse con una tijera o con los dedos, dependiendo del tamaño de la rama. En nuestro caso se debe tirar de la ramita, pero no cortarla con las uñas, ya que si asó lo hiciéramos se produciría un desagradable color negro o marrón.

También nos dice que una de las principales virtudes necesarias para cultivar bonsáis es "saber ver". Hay que observar muchos bonsáis hechos por otras personas apara acostumbrarnos a apreciar los patrones de trabajo más usuales.

Según nos dijo, en el mundo del bonsái "lo fuerte es lo débil y lo débil es lo fuerte", es decir, podemos trabajar fácilmente las ramas débiles, pero nos costará mucho más trabajar sobre las ramas fuertes.

En el estilo que eligió para el bonsái se denomina "Moyogi", o lo que es lo mismo, "Vertical Informal". Cuando se trabaja con este estilo es importante situar las ramas en las curvas exteriores del tronco, pero ¡nunca en las interiores!. También resulta muy elegante dejar que la copa del árbol tenga una pequeña inclinación hacia el espectador (hacía adelante), de forma que si entendemos que el bonsái representa a un ser humano, este salude con una inclinación de cabeza a su espectador.

En cuanto a la posición de las ramas, Rosa nos dice que evitemos "los cuartos del reloj". Es decir, no debemos situarlas en ángulos múltiplos de 90º respecto del punto de vista del espectador. También nos indica que es deseable que "dejemos aire" entre la primera y la segunda rama, o lo que es lo mismo, que no estén muy juntas.

En cuanto al alambrado, debemos considerar que sólo es un recurso para dar forma al árbol y no un elemento persintente ni dañino. Como ejemplo compara el alambrado con los aparatos correctores de los dientes de los niños. En el caso del bonsái, es conveniente alambrar de forma que el alambre sea lo menos visible que se pueda y para ello, entre otras cosas, debemos evitar que las puntas de los alambres queden visibles.

El alambre debe elegirse con un grosor apropiado en función del calibre del árbol. Ni muy fino ni muy grueso, sino del tamaño apropiado para que la rama "no se vuelva" a su posición inicial.

Todo esto lo va diciendo Rosa a la vez que trabaja con el Juniperus. De forma que no solo se oye lo que dice, sino que también se ve.

Rosa nos recomienda comprar plantones con el tronco grueso si se trata de coníferas ya que, posteriormente, tendrán un crecimiento muy lento y limitado y, desde luego, utilizar una pasta selladora para cubrir las heridas producidas al podar.

También nos dijó, de forma muy graciosa, que muchos novatos cometemos el error de dejar el árbol "muy mono" desde el primer momento y, para ello, le dejamos pletórico de ramas. Este error se termina pagando al poco tiempo, ya que el árbol no será capaz de alimentar tantas ramas y tendrá serios problemas de salud. En la época formativa del bonsái es siempre preferible dejar el esqueleto bastante limpio, y esperar a que el propio árbol vaya "llenándose" de ramas gradualmente. Para lograr esto, al podar, es conveniente dejar las yemas apropiadas que, en el futuro, darán lugar a las ramas necesarias.



Rosa nos insistió en que debemos dejar los Juniperus, y casi todos los bonsáis en general, en el exterior, protegiéndoles sólo de las heladas fuertes. Los Juniperus son unos árboles muy fuertes, aunque, según nos dice, "algo pesados, porque no crecen demasiado".

Durante el ejemplo de alambrado, Rosa comenta que deben situarse las ramas "mirando" hacia la persona que está realizando el trabajo. En el diseño logrado mediante el alambrado deben evitarse las curvas suntuosas y perseguirse los ángulos, intentando imitar siempre formas naturales y evitando los diseños artificiales.

Para conseguir modificar una rama, una vez alambrada, se debe girar hacía la posición que deseemos y después esperar a que el alambre se encargará de evitar que la rama vuela a su posición original. Obviamente la presión deber realizarse de forma muy suave para evitar rupturas.

También el riego apropiado es fundamental para asegurar la longevidad de un bonsái. Según nos dice Rosa, si hiciéramos una estadística de decesos, encontraríamos que la mayor causa de muerte es el exceso de riego. Además, ante un bonsái seco, siempre se puede intentar su recuperación mediante inmersiones, humidificación, o cualquier otra técnica, pero un árbol con las raíces podridas es completamente insalvable.

Después de haber trabajado la parte visible del árbol, es esencial podar también las raíces, dejando sólo las justas para alimentar a las ramas que hemos mantenido. Rosa nos aclara que las plantas se alimentan por la parte pilosa de la raíz, y no por las partes gruesas, así que no debemos dejar raíces gruesas internas, ya que su función natural es garantizar la sujeción del árbol y en el caso del bonsái esto se conseguirá fijándolo el árbol al suelo con alambres.

En definitiva: se debe dejar un cepellón plano y fino y utilizar una mezcla de tierra con mucha arena (sobre todo si trabajamos con coníferas) y evitando siempre que la tierra quede apelmazada. En nuestro caso utilizamos una mezcla de acadama, tierra y arena, haciendo un substrato bien mezclado y "esponjoso".

Para podar las raíces es preferible utilizar una tijeras que no se utilicen para nada más. Así evitaremos posibles infecciones. En el caso de que podemos una raíz gruesa, es conveniente utilizar también pasta selladora para ayudar a cicatrizar.

Una vez realizado el transplante es conveniente aplicar en el regado agua con vitamina B para facilitar el proceso de enraizamiento del bonsái.

La sujeción del árbol la hacemos con alambres, aprovechando los agujeros de la maceta de entrenamiento y colocamos el bonsái de forma de "no baile", evitando la presencia de cámaras de aire en el interior de la tierra. Para esto utilizamos un palillo chino, con el que se forman toberas que eviten la presencia de dichas bolsas de aire, pero sin llegar a hacer un substrato demasiado apelmazado.

Ya durante la parte final de la conferencia, Rosa nos comenta como este arte es toda una filosofía para los maestros japoneses, aunque en la mayoría de los países occidentales el planteamiento suele ser menos profundo. Justo en ese momento suena un desagradable teléfono móvil perteneciente a uno de los asistentes a la charla. Alguien que estaba justo detrás de mi dice en voz baja: "¡Estamos en Occidente!".

Una vez metidos en estos temas filosóficos, Rosa nos dice que hay "mucha verdad" en todo ello, aunque no necesariamente debemos buscar razones esotéricas. Por ejemplo, mediante un péndulo formado con un cordel y determinados metales se puede conocer el estado de salud de un bonsái. Pero esto no se debe a nada raro. Simplemente el árbol emite un cierto magnetismo cuando está sano y no lo emite en otro caso y esto hace que el péndulo se mueva o permanezca estático.



En todo caso, Rosa termina haciendo una simpática comparación entre el mundo del flamenco y el mundo del bonsái. "Los japoneses pueden aprender la técnica del flamenco, y llegar a bailarlo perfectamente, pero nunca conseguirán el duende de un gitano andaluz. Los occidentales podemos aprender la técnica del bonsái, pero ……"

De todas formas, ¡incluso para un simple occidental!, dedicarle unas horas a tu bonsái puede ser una actividad gratificante, relajante y placentera. ¡Merece la pena adentrarse en este mundo!.











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