EL "WASHINGTON TREE" ES UNA SECUOYA DE 31 METROS DE CIRCUNFERENCIA

09/02/2005


Los duros inviernos californianos pueden con el segundo árbol más grande del mundo.

MADRID.- Ha aguantado tres milenios con sus correspondientes inviernos helados, incendios, sequías y tormentas. Pero el "Washington Tree", una gigantesca secuoya californiana, el segundo árbol más grande del mundo, se muere poco a poco, y nadie puede hacer nada por salvarlo. "Los árboles, como los hombres, se mueren. Es un proceso natural", dicen sus cuidadores.

La secuoya en cuestión es una de las "joyas" del Parque Nacional de las Secuoyas, en el estado de California, conocido como "La tierra de los gigantes". Con sus 77 metros de altura y algo más de 31 metros de circunferencia en su base, el "Washington Tree" es el segundo árbol más grande del parque, después del "General Sherman", la secuoya mayor del mundo, cuyo tronco mide 36 metros de circunferencia.



Las dos fuertes tormentas de viento y nieve que han sacudido el Parque este invierno han tenido consecuencias muy graves en algunos de estos los árboles, a los que afectan especialmente las condiciones climatológicas debido a su elevada altura. "Muchos árboles, algunos de ellos secuoyas milenarias, se han caído debido a los vientos y la nieve acumulada en sus ramas", ha confirmado el superintendente Richard H. Martin. "Otros están a punto de hacerlo", apuntilla.

Las secuoyas gigantes son los árboles más grandes de la tierra, en términos de volúmen. Es decir, son las que tienen mayor masa de tronco y madera. Pueden medir hasta 100 metros de altura, y más de 30 de diámetro, y viven miles de años.



Las ventiscas de este invierno han afectado especialmente al "Washington Tree", que ya ha perdido buena parte de su ramaje superior y cuyo tronco está muy dañado, semicongelado, hueco y seco. De hecho, hoy en día la secuoya "sólo" mide 35 metros de alto.

Pero la previsible muerte del "Washington Tree" no será repentina, su agonía viene de lejos. En septiembre de 2003, un incendio provocado por la caída de un rayo en el parque afectó seriamente a esta secuoya. Las llamas llegaron a su base y, pese a la rápida actuación de los bomberos -que dan preferencia en las extinciones a estos árboles milenarios- la secuoya perdió una de sus ramas principales y el fuego quemó el centro del tronco.

Pero las llamas no son un enemigo mortal para estos árboles. De hecho, juegan una parte fundamental en la vida de estos gigantes, ya que son necesarias para preparar el terreno donde se asientan las semillas de una nueva secuoya y para que se hagan con el espacio de otros árboles más pequeños. El "Washington Tree" siguió viviendo después del incendio, con atentos ciudados por parte de expertos en reforestación. Ahora los científicos no pierden la esperanza de que aun sobreviva algunos años antes de caer.

"Todavía tiene algunas hojas verdes. Sigue vivo", dijo una de las guardas del Parque, la agente Mary Anne Carlton. Pero su muerte la dan por segura en el parque. "Es una tragedia, porque se trata de un árbol que lleva aquí más de 3.000 años, pero no es algo inusual. Igual que la muerte siempre llega para los humanos, también lo hace para las secuoyas. Sólo tarda más tiempo en llegar", dice otra responsable del parque, Alexandra Picavet. "La forma más habitual de morir de las secuoyas es que simplemente un día se caen", dice. Uno de estos días le tocará al "Washington Tree".



Nota: Diario El Mundo : 9/2/2005





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