Identificamos a los árboles más tolerantes ante los cambios climáticos

13/04/2005


Profesor titular y subdirector de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Montes de la Universidad Politécnica de Madrid
LUIS GÓMEZ FERNÁNDEZ

Como le ocurre a cualquier otro ser vivo, los árboles se ven sometidos a agresiones de su entorno: productos tóxicos, temperaturas extremas, periodos de sequía, plagas, etc. Son muchos los factores externos que inciden negativamente en el crecimiento y desarrollo de los árboles, a veces, con consecuencias económicas importantes.

Esto lo saben bien los cultivadores de frutales, que temen los efectos ruinosos de una helada inoportuna. Y también los productores de madera, cuyas plantaciones pueden resultar seriamente afectadas por un verano muy seco y caluroso.

Pero no todas las especies responden por igual ante las inclemencias climáticas. Aquéllas originarias de zonas templadas, con estaciones bien diferenciadas, están mejor preparadas para sobrevivir en un entorno cambiante. Mucho frío en invierno y mucho calor en verano. Meses lluviosos y meses secos. ¿Les resulta familiar? Nuestro país está inmerso en la zona templada del hemisferio norte, y presenta contrastes climáticos que impiden el cultivo de numerosas especies tropicales cuya madera o frutos tienen interés comercial. ¿Qué tienen el nogal, el castaño o el cerezo que no tengan las especies tropicales?

La respuesta está en los genes. Las tres especies anteriores (y otras muchas) han adquirido en el curso de su evolución mecanismos genéticos y bioquímicos que les permiten soportar los rigores climáticos propios de la región templada, de la cual son originarias. Nuestros estudios y los de otros grupos de investigación han puesto de manifiesto que estos mecanismos se basan en una activación selectiva de genes defensivos. En pocas palabras, cuando las células perciben una situación estresante –por ejemplo, un descenso térmico acusado– responden activando determinados genes. Como consecuencia se fabrican proteínas defensivas cuya misión es mantener la integridad celular frente a los efectos adversos del frío. Un mecanismo similar opera ante otras formas de estrés, tanto biótico (causado por seres vivos) como abiótico.

Recientemente se han interesado por nuestros resultados empresas del grupo Bosques Naturales, que manejan más de 300.000 árboles de madera noble –nogal, roble o cerezo– en sus plantaciones. «Más tolerancia al estrés significa mayor producción de madera y, por tanto, más beneficios para nuestros clientes, que son esencialmente propietarios de árboles en crecimiento», afirma su director general.

Como fruto de este interés, acabamos de iniciar un proyecto de investigación en el que se aplicarán métodos de la genómica y la proteómica para poder identificar árboles más tolerantes al estrés, aprovechando su variabilidad natural. Ello permitirá una selección precoz de plantas en vivero antes de su propagación a gran escala. Con ello las empresas esperan poder disminuir los costes de producción e incrementar el volumen de madera noble obtenida por unidad de superficie cultivada.



Nota: elmundo.es



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